Sin embargo, pese a que si tienen veneno, son inofensivos para el ser humano dada su minúscula talla, que nunca sobrepasa los 8 mm y se mantiene más a menudo en torno a los 2 mm.
La diferencia principal entre los pseudoescorpiones y los escorpiones verdaderos se debe a la falta de cola, y por lo tanto de aguijón venenoso.
A pesar de que son muy abundantes, estos animales son difíciles de ver, no solo por su pequeñísimo tamaño, sino también por su coloración críptica que les facilita confundirse con el entorno y por la costumbre que tienen de permanecer quietos cuando detectan cualquier peligro a su alrededor. En la actualidad se conocen alrededor de 1.600 especies de pseudoescorpiones, pero ésta no es más que una mínima parte de las que deben existir en la naturaleza. Esto se debe a que son relativamente pocos los especialistas que se han dedicado a su estudio, como pasa con tantos otros grupos de animales que no tienen una aplicación práctica para el hombre. Sin embargo, son una forma de vida más que debe conocerse, no sólo por las particularidades muy interesantes que muestran en su comportamiento, sino por constituir uno más de los eslabones de los ecosistemas edáficos (Factores ambientales determinados por las características del suelo y sus condiciones físicas , químicas y biológicas.); se ha insistido en que, para poder entender bien el mecanismo de actuación de dichos sistemas es necesario saber dónde y cómo encajan cada uno de los integrantes que los conforman.
El cuerpo de los pseudoscorpiones se divide en dos regiones generales, la cabeza-tórax (cefalotórax ) y el abdomen. El cuerpo y apéndices tienen muchos pelos. El abdomen posee 12 segmentos, pero los dos últimos son reducidas y poco visible. Estos no tienen una cola larga como los escorpiones y no pican. Son depredadores que se alimentan de una gran variedad de pequeños insectos y otros artrópodos, se puede encontrar en una gran variedad de hábitats y especies de hábitat, en la cobertura del suelo, hojarasca, en troncos podridos, bajo la corteza, en pantanos, ciénagas, en afloramientos rocosos, cuevas y casas. No se sabe si son parásitos externos (ectoparásitos), pero pueden ser encontrados en los nidos de aves y roedores que se alimentan de artrópodos. A veces se encuentran en los escarabajos o insectos grandes, donde al parecer se alimentan de ácaros.
Foto sacada en la futura Microrreserva de Logroño.
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